Veo en la Sexta a Cristina Pedroche en el programa “Zapeando” en un combate de agua con Frank Blanco en el que como resultado las camisetas quedan mojadas en un simulacro de igualdad, de manera que los atributos femeninos de Cristina quedan muy resaltados.
Y dirán que no es nada solo algo divertido y desenfadado. Es cierto, el cuerpo no debería estar rodeado de tabúes, ni dejar que cualquier acción relacionada con él nos escandalice. Pero cuando se recurre a las camisetas mojadas en TV, parece deberse más a un acto deliberado cuyo objetivo es muy básico y sobre todo efímero: la cuota de pantalla.
Ella, por su parte, saca ventaja de esas debilidades y explota, como todas las demás en TV, sus cualidades. Hace bien porque es una superviviente y hace gala de su origen vallecano, que en un curriculum imprime carácter y es como para espabilarse. Una chica que además parece lista pero que de seguir así terminará de “tronista» en Tele 5.
Las Femen, lo último en lucha feminista, utilizan precisamente su cuerpo, ese que nos atrapa y nos somete, como instrumento de lucha colectiva, como arma arrojadiza y propagandistica. Es su cuerpo escaparate de la protesta contra el sometimiento femenino. En definitiva, el movimiento feminista invadido de fresca ideología: la mujer como individuo.
Estas chicas nos han hecho recordar el movimiento feminista que parecía haber desaparecido, o al menos los medios lo habían silenciado hasta hacerlo parecer inexistente. Estos últimos 30 años se han caracterizado por la lucha individual y silenciosa de las mujeres trabajadoras, una a una, rompiendo barreras a base de horas y horas de trabajo riguroso. Es el feminismo de la igualdad de oportunidades.
Los movimientos feministas, o han sido engullidos por los partidos políticos, incluido el feminismo institucional o han centrado de forma valiosa su lucha en problemas concretos de la mujer, programas de violencia de género, planificación familiar, etc. Actualmente, desde el punto de vista ideológico, parece que se rechaza la tendencia del feminismo radical hacia la «superación de los géneros» y se apuesta en muchos países por “el feminismo de la diferencia” o un mundo de mujeres para mujeres. Así, perdido el contacto con la realidad no pueden servir de referente ideológico para las mujeres
En cualquier discusión sobre el tema, encontramos a alguien que afirma de forma tajante que no existe discriminación contra las mujeres. Es muy grave la incapacidad para ver esos vicios sociales. La inexistencia de un discurso feminista pragmático que nos permita deslindar cuándo hay machismo o antifeminismo en el acto de quitarse o mojarse la camiseta es devastadora.

Foto: Anónimo
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